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miércoles, 6 de agosto de 2008

Invitación.

¿Que tal unos versitos de Fernando Pessoa para calentar el invierno?,o este resto que queda.
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Ayer en la tarde un hombre de ciudades
hablaba en la puerta de la posada.
También hablaba conmigo.

Hablaba de la justicia y de la lucha por la justicia
y de los obreros que sufren
y del trabajo constante y de los que tienen hambre
y de los ricos que dan la espalda a todo esto.

Al volverse hacia mí, vió lagrimas en mis ojos.
Y se sonrió, pensando que yo sentía
el odio que el sentía, la compasión
que el decía que sentía.

(Yo lo oía apenas.
¿Amí que me importan los hombres
y los que sufren o creen sufrir?
si fuesen como yo no sufrirían.
Todo el mal del mundo viene
de torturarnos los unos a los otros,
querer hacer el bien, querer hacer el mal.

A mí me basta con mi alma y la tierra y el cielo
Querer más es perder esto,es la desdicha.)

Y lo que yo estaba pensando
mientras hablaba el amigo de los hombres
(y eso me conmovió hasta las lágrimas )
era que el murmullo lejano de los cencerros
en ese atardecer
no se parecía a las campanas de una capilla
en donde oyesen misa flores y regatos
las almas simples como la mía.

(Loado sea Dios porque no soy bueno
y tengo el egoísmo natural de las flores
y de los ríos que siguen su camino
preocupados, sin saberlo,
solo en florecer y correr.
Esa es la única misión del mundo,
esa-existir claramente
y saber hacerlo sin pensar en ello.)

Yel hombre callaba, mirando al poniente.
¿Mas qué tiene en común el poniente con el que odia y ama?

1 comentario:

antonia obiol y corcoll dijo...

Lo mejor de la poesia, es que no me importa, como tantas otras cosas, creo que tengo dos polos: lo siento o no lo siento, eso es todo.
Que bueno que algunas cosas te gusten y otras no, no creo que exista más teoria al respecto.
Chau pitekus, que estes bien

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Poéta a regañadientes,sin personalidad jurídica.