No sé que está más raída,
si la fé que me asiste,
o la chaqueta gris verdosa
que me he puesto
en cien mil diluvios.
pero saldré al camino,
afeitado por la navaja
que se ha vengado
en mi rostro
hasta el cansancio.
No sé que duele más,
si la madera del tiempo,
o este hueso de cadera
que rezonga con la lluvia.
Pero saldré al camino,
y atravezado como el árbol,
que aún no ha botado Caucamán,
pero sí el último temporal,
habré por un momento visto,
que un camino
tiene más que un final.
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